sábado, 18 de agosto de 2007

clases de signos

El signo

Augusto Solórzano
Magíster en estética


Muchas son las definiciones e interpretaciones que podemos encontrar sobre el concepto de signo. Tanto en el campo de la imagen, en la lingüística, en el ámbito policíaco o en el contexto medico (por citar tan solo algunos horizontes donde éste es tema de estudio), es fácil hallar adaptaciones, recontextualizaciones e interpretaciones de antiguos conceptos que son brevemente modificados pero que, en esencia, conservan la constante de visualizar el signo como “todo aquello que se encuentra en lugar de otra cosa”.

Para que algo llegue a ser considerado como signo es necesario que exista un interpretante o, lo que es lo mismo, un lector que le imprima un significado a un determinado signo. En otras palabras, podríamos decir que nada es signo de algo, si alguien no lo interpreta así. Para entenderlo mejor, recurramos al típico caso de cuando hemos salido de paseo al campo y nos encontramos frente a una gigantesca piedra a un lado del camino. Para nosotros, quienes somos ajenos a ese contexto rural, dicha piedra puede ser un simple objeto curioso del paisaje que logra llamar nuestra atención, pero, para quien vive su cotidianidad allí, la misma piedra
puede “indicar” un limite entre dos regiones, el inicio de un terreno baldío, un lugar ceremonial o cualquier otra cosa que pueda llegar a ser significativa sin que nosotros lo sepamos. Así, mientras para los habitantes de la región, la piedra constituye un signo importante, para nosotros ésta resulta ser una simple curiosidad del paisaje.

Llamamos significación al proceso mediante el cual, cualquier objeto, ser, idea, noción, concepto o acontecimiento se convierte en un vehículo que permite asociar a algo la posibilidad de evocar un signo o, también de que ese algo pueda llegar a ser evocado como signo. La significación es el concepto central a partir del cual se organiza toda la teoría semiótica. Por significación también podríamos entender la producción de sentido y de igual forma, el sentido producido que se presenta en toda actividad cognoscitiva que el ser humano enfrenta en la vida diaria.

La significación está presente en todos aquellos procesos de trasmisión de mensajes que nos permiten comunicarnos con los demás seres humanos y también entender los fenómenos del mundo. Por ejemplo, de la simple observación de una nube negra en el firmamento podemos asociar o inferir dos tipos de experiencias: la nube negra como tal y la lluvia que sin duda se aproxima. De lo anterior, cabe señalar que en este proceso se presentan dos tipos de experiencia muy distintos: la primera, que al observar la nube negra enfrentamos una experiencia vivida y, la segunda, que la lluvia que ésta nos indica, es una experiencia referida.


Cuando se habla de signo natural el interpretante descubre la relación entre el vehículo (realidad del signo) y un referente específico. Por ejemplo cuando alguien dice que la nube es signo de lluvia, afirma la relación entre la nube y la lluvia que el o ella descubrió a través de su experiencia.

En la naturaleza existe un sin fin de fenómenos a los que el hombre les ha atribuido el valor de signo. A través de su facultad semiótica éste se dio a la tarea de significar en la natural todo aquello cuanto le rodea, o sea, transformar a su universo externo e interno en signos. Modificando el entorno el hombre es capaz de trasformar la naturaleza en el más grande objeto del conocimiento. De allí es que surgen los signos naturales, una categoría sígnica, en la cual, los signos no están hechos específicamente para comunicar sino más bien para que un interpretante descubra o interprete algo de ellos tal como ocurre en el caso de los síntomas.

En la utilización de las técnicas, así como también en la configuración de las ciencias los signos naturales han sido y seguirán siendo fundamentales a la hora de estructurar el pensamiento colectivo.

Y a si como existen signos que el hombre descubre y aprende a descifrar en el entorno que le rodea hay otros tantos que el hombre ha inventado afín de modificar el comportamiento dentro de la sociedad. Esta última categoría se conoce como signos convencionales o causales, éstos son signos acordados por las comunidades para lograr un objetivo o un cambio de comportamiento en el interpretante. Bajo este tipo de signos se clasifican las señales que, a su vez, pueden ser causales o indicadoras.







Detengámonos en cada una de ellas para entenderlo mejor:
Las señales causales son todas a aquellas que tienen una intención específica de comunicar o informar algo de manera inmediata. Su intención fundamental es establecer una relación social entre un emisor y un receptor. Ellas responden a cabalidad a las reglas de un código determinado, a partir de lo cual, es susceptible la integración y la composición de nuevos mensajes. Ante todo ellas son signos-vehículo para la comunicación y el contacto entre los miembros de una comunidad especifica. Además de desplegar una función social sirven para dar órdenes, insinuar y mantener la relación entre los individuos de una comunidad tal como sucede con las señales de transito, la señalética dentro de un centro comercial, los mapas turísticos cargados de convenciones, las instrucciones de los electrodomésticos, las de lavado, las señales de transito, las señales de información pública, los distintivos de los baños etc. etc.

En general, las señales esconden siempre las intenciones del emisor y conducen más bien a provocar ciertas reacciones en el receptor; de hecho, podría decirse que la intención mas puntual de las señales es la de comunicar un criterio observable y característico que leen los miembros de una comunidad.

Por su parte, las señales indicadoras, corresponden a la categoría de los signos naturales en tanto que no presentan un referente identificable, claro o definido. Este tipo de señales tampoco han resultado del acuerdo entre los miembros de una comunidad. Como ejemplos puntuales tenemos la huella en la arena que queda registrada como rastro del paso de un animal o una persona, la sospecha del ave ante la presencia del gato o el ruido que escuchamos de lejos cuando un vidrio ha sido quebrado son tan solo algunos casos típicos de este tipo de señales. Precisamente, es a esta clase de señales que pertenecen los síntomas o indicios, signos que son independientes de la voluntad del emisor e independientes también de la presencia del receptor. Tanto los síntomas como los indicios están en un ahí y un ahora para que alguien los interprete tal como hace la policía en la escena de un crimen cuando analiza detalladamente la forma en que fue cometido el robo o el crimen o el médico frente al enfermo cuando le palpa algún lugar especifico del cuerpo y posteriormente le pregunta al enfermo si hay dolor o no. A diferencia de lo que ocurre con el signo artificial, los síntomas se caracterizan por carecer de un referente preciso. En razón de ello es que se dice que todo síntoma es un signo, pero no que todo signo es un síntoma: el síntoma es un signo sin interpretante, mientras que el signo es el estimulo “interpretado”. El simple “achaque” es el síntoma de enfermedad que experimenta la persona y que atentamente observa el medico, quien, a su vez, lo interpreta, lo refiere a una realidad precisa y, finalmente lo configura como “signo” especifico de enfermedad.

Por su parte, el marco general de los indicios, éstos se clasifican a su vez en presagios o augurios, los indicios propiamente dichos y las marcas. Para entender mejor esta clasificación detengámonos en cada uno de ellos y en sus respectivos ejemplos:

1. Es presagio o augurio de lluvia la nube negra, así como también lo es el pasar por debajo de una escalera en tanto que dicha acción se asocia con la mala suerte.

2. Es indicio propiamente dicho cuando por ejemplo aparece la fiebre e inmediatamente se deduce que hay una inminente infección en el cuerpo del enfermo o, cuando vemos a lo lejos el humo y deducimos la presencia del fuego.

3. Es huella la impronta que deja el perro que pasa por el cemento fresco en la calle o el lápiz labial que deja la mujer en el cuello de la camisa de su amante.

c. Por su parte las señales mecánicas son signos producidos por cualquier artefacto inventado por el hombre que tienen una finalidad específica por ejemplo la radio o la televisión o los instrumentos que leen los cambios climáticos y también el medidor de nivel de agua que le sirve a Umberto Eco para proponer el ejemplo de cómo se trasmiten las señales en una represa.

Por su parte, los signos convencionales motivados hacen parte de otra clase de signos que permiten recurrir inmediatamente a los caracteres esenciales de su referente. Este es el caso del icono, signo que además, goza de una relación directa entre el referente y lo representado gracias a que éste guarda una analogía casi perfecta originada en su motivación, hecho que facilita una lectura sin tropiezos a la hora de interpretarlo.

En esencia, podemos decir que el icono se basa o, mejor aun, que recurre a la “semejanza” y que, gracias a ella, es posible guardar una relación directa entre el objeto y lo que se quiere que éste llegue a significar, y nos seria equivocado decir que toda signo iconográfico se considera una representación directa de lo real. Una fotografía es un icono, pero también lo es la grabación magnetofonía que hace una persona o un cantante, de igual forma que lo es una maqueta o, los vestidos de papel que la modista hace previamente a la elaboración definitiva del traje etc.

La comunicación por medio de iconos es un medio que le permite al hombre presentar, participar y hacer aparecer el mundo que está más allá. En la vida cotidiana la representación icónica tiene un gran protagonismo ya que a través de ella es que los niños ingresan al mundo concreto. El juego con soldaditos o con muñecas que ellos realizan, las casas en miniatura, las clases actorales, así como también las representaciones bi y tridimensionales de paisajes, bodegones, desnudos, retratos en los que las líneas, los colores o el volumen y la masa hacen parte de esta forma sígnica de “representar” el mundo.

Los Signos Convencionales arbitrarios son signos cuya relación significado- significante no guarda ninguna conexión. La palabra CASA formada por los monemas C/A/S/A no guarda ninguna relación con el significado habitación o “lugar para vivir”, como tampoco lo guarda la palabra PERRO con el canino, cuadrúpedo, vertebrado y mamífero que la mayoría de personas tiene en su hogar. Estos signos tienen el carácter de convencionalidad ya que porque son el resultado de un acuerdo entre los usuarios de una misma lengua cuyo marco contextual está muy bien definido y esto se puede corroborar a través del sencillo ejemplo en el que distintos hablantes llaman a lo mismo de formas distinta tal como sucede con los hablantes del español quienes tácitamente se pusieron de acuerdo para llamar al “hombre” hombre, los del inglés para llamarlo “man”, los del francés “homme” y los del alemán hicieron lo mismo con la palabra “mann” , macho capaz de llevar armas y, con la palabra “mensch” para referirse al hombre generoso de sociedad.

Dentro de este sistema de clasificación de los signos que estamos analizando también están los Signos convencionales artificiales que como su nombre lo indica también resultan del acuerdo convencional entre los hablantes sin que ello implique o postule la existencia de asociaciones naturales entre el signo y la cosa significada. A su vez éstos se clasifican en lógicos, monosémicos y denotativos y, en general, son los signos que se utilizan en las matemáticas, la química, la lógica, las computadoras etc. En este punto es necesario resaltar que gracias al acuerdo convencional que existe alrededor de ellos ha cada uno de estos signos puede llegar a tener otra denominación que es equivalente a través de otros signos u otra clase de signos tal como ocurre en el caso de los signos matemáticos y químicos.

Dentro del contexto social, los signos convencionales artificiales han configurado toda una organización discursiva en un gran metalenguaje, lenguaje creado para hablar de él mismo. Se trata por su puesto de una gran organización discursiva estructurada desde y para un lenguaje netamente artificial con una gramática y lógica precisa.

Entre ellos están Los símbolos que son realidades que permiten autentificar algo, señalar convenciones y redimir posibilidades de significación. Por ejemplo, el pez característico de la figura cristiana sirve para recordar la celebración eucarística y además refiere a la comunidad de amor que existe entre ellos.

También dentro de los signos convencionales arbitrarios encontramos los símbolos que son realidades que reemplazan, representan o denotan otra cosa, no por semejanza como ocurre con el caso del icono sino más bien éstos recurren a la utilización de una vaga sugestión o alguna reacción accidental o convencional que vincula la cosa con su referente signico.

Desde tiempos antiguos el hombre ha utilizado los símbolos cuando ha tratado de representar algo que no puede condensar o expresar mediante los iconos, maquetas o figuras. A través suyo, el hombre siempre ha buscado constituir un objeto concreto que muestre las características dominantes de lo que se quiere representar para que, a través de ellas toda una sociedad pueda percibir en mayor grado el estimulo asociado que evoca la imagen mental de las cosas.

Entre los símbolos figuran los emblemas, los atributos, las insignias y los arquetipos. A continuación nos detendremos brevemente en cada uno de ellos:

En esencia, los emblemas son realidades que representan el pensamiento o la política de una institución, una empresa o una colectividad específica. La esvástica nazi o el buey como emblema de fuerza son solo algunos ejemplos.

Los atributos en cambio son objetos que permiten reconocer un personaje tal como sucede cuando observamos al graduando con su birrete, a Júpiter con su característico rayo, a Batman con su batimovil.

Las insignias por su parte son una especie de atributo que identifica a alguien como miembro de una institución o a alguien que ha sido distinguido con un honor especial. El carné es la insignia del estudiante de colegio o de universidad, así como lo son las prensillas distintivas en el ejército.
Por último están los arquetipos que básicamente son lazos de unión presentes en las conciencias de las personas y que son trasmitidas de generación en generación. Este es el caso del trazado geométrico de la cruz para los cristianos o de los cinturones de monedas que usan las bailarinas de danzas árabes o, el manto que protege la torá en el caso de los judíos.



Taller 4 para traer resuelto a clase: (evaluable).
De ser posible se solicita imprimir este texto.

1. diga qué es significación
2. Qué es signo natural
3. Qué es señal
4. Qué son signos convencionales causados
5. Qué es un indicio
6. Haga un descripción completa de un síntoma
7. Diga q qué corresponde el estado febril de un individuo observado por alguien que no es un medico y diga además a que corresponde el estado febril de un individuo visto por un medico antes del diagnostico y después del diagnostico.
8. Nombre tres clases de signos motivados
9. Defina el concepto de símbolo y de 5 ejemplos
10. En su cuaderno coloque ejemplos gráficos de señales indicadoras, emblemas, atributos, insignias, arquetipos, símbolos, señales indicadoras, iconos, signos convencionales artificiales, indicios.
11. De ejemplos concretos de presagios e indicios.

viernes, 10 de agosto de 2007

Funciones del lenguaje
Augusto Solórzano
Magíster en estética


La función principal de cualquier lenguaje es la de hacer posible el permanente intercambio de mensajes dentro de un contexto en particular. Mediante el empleo de los distintos actos del habla es que toda una colectividad hace posible que los mensajes sean trasmitidos en los diferentes contextos y que, por lo tanto, el proceso de comunicación se lleve a cabo al interior de la sociedad.
En la vida cotidiana estamos tan familiarizados con todos y cada uno de los actos del habla que pocas veces nos detenemos a pensar en la manera en que ellos posibilitan el proceso comunicativo como tal. Cuando en la calle alguien nos pregunta la hora o nos solicita que le demos la dirección exacta de un lugar en particular no somos concientes del acto lingüístico que a través de la acción de preguntar y contestar se esta llevando a cabo en ese momento.
En el ejemplo que acabamos de mencionar, el simple saludo o guiño de quien pide la hora o solicita información acerca de un lugar, es de por si un acto de habla fático, en tanto que a través de él es que se ha podido dar inicio al proceso comunicativo entre dos o mas personas, al tiempo que el acto de preguntar y el dar la dirección han sido calorados por los lingüistas como actos de habla mayores. A pesar de que en la vida diaria nos veamos inmersos en este tipo de situaciones, solo los estudiosos del lenguaje son capaces de dimensionar los alcances semióticos y pragmáticos que dichos actos del habla tienen a la hora de establecer los distintos lazos culturales.
El pedir la hora o el solicitar una dirección va mucho mas allá de ser un simple acto empírico ya que éste termina transformándose en una conducta social mucho más compleja de la que en apariencia podría suponerse en un principio. Desde esta perspectiva es posible determinar que lo que sucede en la comunicación es que sencillamente existen mensajes cuya información tiene un carácter netamente informativo (órdenes, datos puntuales sobre alguien o algo) y, otros tantos que conllevan cierta subjetividad tal como sucede con los mensajes que provienen del mundo del arte, la música, la danza, el amor etc.
En líneas atrás ya veíamos cómo el hablar de la cultura significaba hablar de los diferentes procesos de significación y por tanto de comunicación, así como también de la manera en que una sociedad determinada aparecía cuando en el simple entorno salían a flote las distintas relaciones de significación que terminaban por trasformar a éste en medio. De hecho, podría decirse que la cultura es simplemente un fenómeno semiológico que inventa sus propios lenguajes y a través de ellos hace posible el intercambio de objetos entre las sociedades. Y que el lenguaje es el instrumento de comunicación que le sirve a toda una comunidad para manifestar finalidades específicas. Tales finalidades reciben el nombre de funciones.

En el ámbito académico se ha venido discutiendo desde hace algún tiempo si estas “funciones” deben ser nombradas “funciones de la comunicación” o “funciones del lenguaje”. Dentro de nuestro contexto es mejor llamarlas de la segunda forma, ya que como hemos venido señalando líneas atrás, el lenguaje es el vehículo que hace posible la comunicación del idioma y todos los idiomas tienen las mismas funciones.

Antes de entrar a detallar todas y cada una de las funciones del lenguaje y la forma en que cada una de ellas posibilitan el intercambio comunicativo del hombre con sus demás congéneres (bien se a éste objetivo o subjetivo), es necesario decir que las funciones han sido clasificadas en cuatro distintos niveles así: Nivel pre-científico o pre-técnico, Nivel técnico instrumental, nivel científico y por último, el nivel estético.

En el siguiente grafico se ilustra esquemáticamente cada uno de los niveles y sus subsecuentes funciones que, luego analizaremos más detenidamente en líneas posteriores:












Niveles

Pre-científico o pre-técnico
Técnico Instrumental
Científico
Estético
Expresiva o emotiva
ConativaTendenciosa apelativa
Fática o de mantenimiento
Representativa o referencial
Mimética
Estética o poética
El Nivel Pre-científico y pre-técnico se refiere a la manera en que el hombre y el animal se identifican con la naturaleza de forma netamente subjetiva. En él los signos y el lenguaje tienen dos funciones principales: la función expresiva y la función mimética. La función expresiva es la encargada de manifestar los sentimientos del usuario. Como bien lo indica su nombre a través de ella el hombre expresa o libera sus sentimientos mediante el empleo de ruidos y sonidos; por la alteración del orden normal de las palabras; o simplemente, mediante entonaciones exclamativas y el empleo de sufijos. En términos prácticos esta función está orientada a que el emisor infiera o deduzca el estado emocional de quien le esta emitiendo el mensaje. De allí emana su carácter subjetivo. Las propias exclamaciones, el énfasis en la entonación de las palabras, la risa, las interrupciones, los gestos, la alteración del orden de las palabras, las exclamaciones, los elementos emotivos de todo tipo bien sean éstos diminutivos, aumentativos, despectivos, los adjetivos valorativos, los términos connotativos o equívocos y, por supuesto, las expresiones que hacen uso del modo subjuntivo optativo tan características del lenguaje coloquial, hacen parte de esta función. Su carácter subjetivo sale a flote cuando por ejemplo expresamos un “¡ay!” de dolor una vez nos hemos dado un golpe, cuando decimos a nuestra novia que la echamos de menos o, cuando decimos que odiamos las espinacas. Ella también se encuentra dentro de sistemas tales como la pintura, la música y la moda.

Dentro de este nivel también se encuentra la función mimética o metalingustica que se hace presente en la vida cotidiana cada vez que el hombre, mediante empleo de ruidos guturales, nasalidades y articulaciones imita los sonidos de la fauna o las formas de la naturaleza. Para lograrlo, el hombre hace uso de la onomatopeya (palabras cuyo sonido recuerda la realidad a la que se refiere (miau-miau, plaf o tictac y en las que existe una motivación entre el significante y el referente). Su foco central es el código. En ella la lengua se toma a sí misma como referente, cuando la lengua habla de la lengua.

A diferencia del nivel anterior donde el interés estaba enfocado hacia una comunicación de carácter subjetivo, en este segundo nivel conocido como el técnico instrumental las funciones giran en torno a que el hombre encuentre su propia identidad a través de lo objetivo. En él los signos y el lenguaje tienen dos funciones básicas: la función tendenciosa o conativa y la función fática o de mantenimiento.

En la función tendenciosa o conativa el hombre hace uso del lenguaje en todas sus dimensiones para llamar la atención del otro; es decir, para que ese “otro” haga o deje de hacer algo en particular. Mediante su uso pretendemos provocar una reacción específica en el receptor, quien es el que finalmente se convierte en el elemento fundamental en ella. Por excelencia, es la función de mandato y pregunta y, generalmente, sus recursos lingüísticos son los vocativos (llamativos), el modo imperativo (las ordenes), las oraciones interrogativas. También se halla presente cuando utilizamos deliberadamente elementos afectivos, adjetivos valorativos, términos connotativos (significadores) y, toda la serie de recursos retóricos. El famoso “abra aquí” tan propio de los instructivos gráficos, la expresión “cállese” o “abre la ventana, por favor” son tan solo algunos ejemplos que caracterizan a esta función, así como también lo es un determinado color en una prenda de vestir, un grito de auxilio o, un escuadrón policivo en una esquina etc. Dentro del comportamiento animal esta función también está latente cuando por ejemplo el perro ladra para salir a la calle o para que se le de de comer, así como también cuando la hembra llama al macho para iniciar el ciclo reproductivo.

Por su parte la función fática (conocida también como la función de mantenimiento), sirve para asegurar que el circuito de comunicación entre el emisor y el receptor se mantenga abierto. De ella hacen parte expresiones tales como “y entonces…” “ya veo” “umm….ya” o “bien” son muy comunes cuando la gente habla por teléfono y, en general, todas las palabras a las que se recurre en el lenguaje coloquial para cerciorarse de que el otro este escuchándolo a uno. También la función tendenciosa, conativa o apelativa aparece a través de notas muy altas o muy bajas en las canciones o mediante chistes grotescos en la obras dramatúrgicas. Unas y otros están dispuestos para mantener la atención del receptor y tenerlo siempre a la expectativa. Está orientada al canal. La finalidad es establecer, prolongar o interrumpir la comunicación, o bien comprobar si existe "contacto". En esencia, su contenido informativo es más bien escaso por no decir totalmente nulo y, en algunas ocasiones (tal como sucede en las conversaciones de novios por ejemplo), éste resulta ser redundante y previsible. Por eso, precisamente esta función se asocia con la charla intrascendente sobre el tiempo, la salud y otros tantos tópicos

El tercer nivel es conocido como nivel científico y a él solo corresponde la función representativa, referencial, denotativa o simbólica que, en pocas palabras, es una especie de puente entre lo subjetivo y lo objetivo que permite el permanente diálogo entre uno y otro. A través de ella es que el hombre trasforma su mundo en la medida en que lo conoce como por ejemplo cuando alguien le dice a otro “está lloviendo”, o “la capital de Colombia es Bogotá”. La palabra y, concretamente, el símbolo, se convierte en el medio que permite comprender y entender la realidad y transformarla en objeto de la comunicación. Dentro del esquema comunicativo ella está orientada al contexto o referente y se encarga de trasmitir contenidos objetivos referidos a la realidad extralingüística. Debido a que se mantiene totalmente alejada de la subjetividad ella es utilizada para exponer hechos y realidades concretas como las que estructuran el lenguaje científico donde la entonación es totalmente neutra, su modo es netamente indicativo y prevalece la ausencia de adjetivación valorativa ya que su léxico es en esencia denotativo.

También vale señalar que a pesar de los diferentes nombres que recibe esta función, ésta se presenta cuando el emisor y el receptor se comunican algo del mundo real o imaginario al que ambos pueden referirse, hecho que la convierte en una función exclusiva del hombre.

Aunque la función representativa o referencial hace parte del lenguaje articulado, también está presente en la moda, la mitología, los alfabetos, las señales de transito, el cine y, en general, en todas aquellas manifestaciones que permiten la comunicación significativa.

El último nivel, el estético también contiene una sola función, la estética o poética. En ella, el símbolo se encarga de llamar la atención sobre su propia forma o expresión y por eso se dice que es la función orientada al mensaje mismo; es decir, que mientras en las funciones anteriores el signo se utiliza en forma práctica para expresar diferentes contenidos, en la función estética el emisor realiza “la forma de expresión” hecho que hace que ésta posea un elevado sentido de la información. Un ejemplo característico de esta función aparece cuando una mujer busca unos zapatos con un tono específico de azul para que estos “corten” mejor con el color del bolso y así producir una combinación estética más agradable para los demás. En el caso del lenguaje articulado, la función estética aparece cuando en la cotidianidad el hombre dispone de un orden determinado mucho más rítmico para decir ciertas palabras: decimos “Adán y Eva” y no “Eva y Adán” porque sencillamente por costumbre o por armonía suena mejor la primera expresión.

Esta función aparece siempre que la expresión atrae la atención sobre su forma y, de hecho puede decirse que en un sentido técnico, ella posee una elevada información. Constantemente la encontramos en lenguaje publicitario bajo la figura de lo eslóganes y también en todas aquellas manifestaciones lingüísticas en la que el lenguaje se utilice con propósito estético o chocante como por ejemplo cuando decimos ¡contamos contigo! Aquí la repetición de “cont” se encarga de atraer mucho más la atención del receptor en tanto que la hace mucho más fácil de recordar, al tiempo que también la hace más atrayente al oído.

El siguiente esquema fue el que le sirvió de base al teórico y lingüista ruso Roman jakobson para planificar las seis funciones antes mencionadas:

La comunicación humana.
Comunicación.
Elementos de la comunicación:
· Emisor.
· Receptor.
· Mensaje.
· Código.
· Canal.
Las funciones del lenguaje.
Denotativa o referencial.
Emotiva o expresiva.
Conativa o apelativa.
Fática o de contacto.
Poética o estética.
Metalingüística.
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En el año 2001 Nestor Sexe en su libro “Diseño. Com” hace clara referencia a la teoria del cartel propuesta por Norberto Chaves, teoría que a su vez está fundamentada en los planteamientos estructuralistas de Jabokson. Si se mira al detalle ello representa un gran esfuerzo en tanto que lo que lo que Chaves nos ofrece es una aplicación directa, una base concreta para entender cómo pueden operar los conceptos lingüísticos (en este caso las funciones del lenguaje) al campo de la imagen en general.
En las siguientes líneas nos detendremos a comparar cómo operan las funciones del lenguaje en términos lingüísticos y en la teoría del cartel.
Funciones del lenguaje.
Emotiva o expresiva.
Se da cuando expresamos sentimientos o deseos. Ej. : ¡Qué pena, Colombia por poco gana el partido!
En la teoría del cartel esta función corresponde a la Identificación: se presenta cuando el mensaje logra convertirse e inscribirse en algo significativo para el receptor tal como sucede con las marcas y los logotipos que logramos recordar sin esfuerzo alguno.
Mimética o metalingüística.
Cuando utilizas la lengua para hablar del propio lenguaje. Ej. : Pero, es un adjetivo calificativo.
En la teoría del cartel esta función corresponde a la convencionalidad: capacidad de la que dispone el mensaje para comunicar sus propias claves de descodificación. En ella se recurre al uso de códigos que vinculan al texto con la imagen, los buenos usos del dispositivo, la correcta lectura de la imagen por parte del receptor, la correcta composición, diagramación y selección de tipografías etc.
Tendenciosa conativa o apelativa.
El hablante quiere llamar la atención al oyente. Ej. : ¡Oye, oye, espera un momento!
En la teoría del cartel esta función corresponde a la persuasión:
En esencia es la capacidad que tiene el mensaje para producir efectos posteriores a la propia comunicación. Esta función se caracteriza por hacer uso de la seducción y también de la coacción.
Fática o de mantenimento.
Se utiliza para establecer contacto o cortar la comunicación. Ej. : Hola, ¿qué tal? ¡Adiós, hasta pronto!
En la teoría del cartel esta función corresponde al contacto:
Como puede deducirse desde su nombre mismo, esta función tiene por objetivo poner en contacto al emisor con el receptor, y para ello hace uso de llamados de atención, de incitaciones para que el cartel sea observado y, para que éste se mantenga en la memoria de quien lo ve y lo lee.
Representativa, referencial, denotativa o simbólica.
Se produce cuando el emisor utiliza el lenguaje para transmitir una información al receptor. Ej.: Son las tres y media.
En la teoría del cartel esta función corresponde a la información: capacidad de la que hace uso el emisor para trasmitir en su mensaje representaciones, ideas o imágenes correspondientes a un tema especifico.
Estética o poética.
Se utiliza cuando se busca la belleza y el mensaje oral o escrito se cuida especialmente. Ej. : Amar es cuando la proteges de la lluvia y el viento.Amar es cuando la abrazas y te olvidas del tiempo.
A través de ella el mensaje se constituye en un hecho visual que ante todo agrada al receptor y, a través de ello es más fácilmente aceptado por el receptor.