miércoles, 18 de julio de 2007

La Comunicación


AUGUSTO SOLÓRZANO

Magíster en estética

18-07-07

Para analizar una imagen bajo los parámetros semióticos es necesario en primer lugar recurrir a ciertos fundamentos teóricos que la lingüística utiliza a la hora de describir los elementos gramaticales de la lengua. Para nosotros, los hombres contemporáneos, nos resulta bastante familiar, pero antes de la década de los cincuenta, cuando aun no se había cimentado las bases de la teoría semiótica y sus infinitas aplicaciones en el campo de la imagen ello resultaba bastante desconocido.

Fue Roland Barthes quien en Francia se dio a la tarea de resaltar que el lenguaje más que ser un simple fenómeno natural era más bien un conjunto de signos convencionales de los que hacia uso toda una sociedad para la comunicación en general. Una serie de ensayos que fueron publicados en 1957 bajo el titulo de “Mitologias”, Barthes se dedica a analizar cómo la semiótica concierne por igual a las actividades populares entre ellas el catch o la lucha libre, la publicidad, la moda y, no solamente a ciertas actividades intelectuales ligadas al estudio de la lengua y la lógica.

En esencia, podría decirse que uno de los grandes aportes de este autor fue el de aplicar las teorías lingüísticas que habían sido propuestas tiempo atrás por Ferdinand de Saussure a la cultura popular; en otras palabras, Barthes lo que hizo fue traducir los términos abstractos de la lingüística a las experiencias cotidianas.

Fue así como la imagen empezó a ser analizada bajo la lupa lingüística y empezó a ser asociada con la noción de “texto”. Al igual que sucede en la lingüística donde el texto no consiste simplemente en un efecto de sentido global sino que es la sumatoria de efectos de sentidos locales que produce, con la imagen sucede exactamente igual. Uno y otra están construidos según una arquitectura interna que se encarga de ordenar todos y cada uno de los signos que operan en su interior, así como también de proyectarlos hacia el exterior donde serán leídos por un lector abstracto o, empírico.

La imagen como texto visual contiene en su interior las trazas de su maquina comunicativa a partir de las cuales es posible hacer referencia a las teorías reveladas o implicadas que operan sobre su propia interpretación. Es allí donde la semiótica tiene la posibilidad de interpretar y establecer lazos reflexivos sobre los fundamentos sobre los cuales está construida la imagen y de cómo ésta es leída y asimilada por el público receptor.

Una imagen vista como texto puede definirse como una gran retícula cuya trama se liga a otras tramas de textos precedentes que han sido construidos para la producción de efectos estéticos locales o globales. Cada texto imagen evoca a su vez un sinnúmero de textos que trasforman su naturaleza y su funcionalidad gracias a las diferentes alusiones, citas, copias y plagios de otros textos imágenes.

Generalmente el texto visual no depende de una estructuración arbitraria de lo que la imagen en sí misma expresa sino de un contrato comunicativo basado generalmente en la verosimilitud que se da entre la forma en que se representa la imagen y los objetos del mundo natural. Esto no parece ocurrir frecuentemente con los textos verbales en los que lo que se expresa puede ser independiente del texto y estar fundado simplemente en la propiedad enciclopédica en la que una palabra nos puede remitir a otra y así sucesivamente.

LA COMUNICACIÓN GRAFICA

Es frecuente que el proceso comunicativo de la imagen siga aun siendo explicado bajo los parámetros del modelo ingenieril que diseño Claude Shannon y Warren Weaver quienes en 1950 fueron contratados por una empresa telefónica para que explicaran detalladamente cómo era que se llevaba a cabo el proceso de comunicación telefónico.

El famoso modelo comunicativo de Shannon y Weaver identificaba dos elementos básicos presentes en todo acto comunicativo: La fuente, persona u objeto que informa, y El destinatario, el que recibe la información; de allí se infiere que el acto de comunicar presupone obligatoriamente la condición mínima de que exista una fuente de donde se emite la información y un destinatario que se encarga de recibirla y procesarla.

Los modelos de comunicación que se ocupan inicialmente de la transmisión matemática de señales suelen representar el proceso en una disposición lineal desde una fuente hasta llegar a un destinatario.

Desde allí nos podemos figurar el “mecanismo” de la comunicación mediante el siguiente esquema:


Con el tiempo, este modelo comunicativo propuesto por estos dos ingenieros electrónicos terminó por convertirse en la base general de toda teoría de la comunicación, incluso para el campo grafico. Si bien éste opera perfectamente en el ámbito de transmisión de las señales que se trasmiten por un canal perfectamente determinado, en el campo de la comunicación grafica dicho modelo queda corto, pues una pagina Web, un afiche, un logotipo o un comercial publicitario suscitan en el receptor respuestas e interpretaciones impredecibles que hacen que el paradigma comunicativo se abra en muchos sentidos. En el caso de la comunicación grafica no es posible hacer referencia de un receptor “pasivo”, pues éste termina controlando, trasformando, seleccionando y, sobre todo, redireccionando permanentemente los contenidos del mensaje.

El modelo de Shannon y Weaver difícilmente también aplica para la comunicación humana que a diario se lleva en la vida cotidiana dado que este proceso se abre en muchos sentidos formándose una especie de red en la que cada mensaje verbal está acompañado de gestos, olores, actitudes, tonos de voz y un sin numero de cualidades que hacen que éste sea leído interpretado y redireccionado de múltiples maneras. En el caso de la comunicación humana al igual que la imagen visual el receptor y el emisor se comportan como una especie de editores de la comunicación que permanentemente deciden qué parte del mensaje quieren recibir; así, es que uno y otro se convierten en el contenido real de la información.

Cuando se establece un contacto entre un emisor y un receptor y si los niveles de ruido permiten establecer un comunicación, el reto de este último (el receptor) consiste en descodificar o interpretar el mensaje que le ha sido enviado como por ejemplo cuando alguien nos regala un abrazo, una sonrisa o un gesto de cariño fácilmente podemos deducir qué tipo de mensaje se nos esta enviando así éste no venga acompañado de un gran discurso verbal.

El origen de la palabra “Comunicar” se remonta al latín Communicare y significa “poner en común algo”. Así, la esencia el concepto de trasmitir información resulta ser el mismo para la lengua que para la imagen y, tal vez desde allí, es que se insiste permanentemente en la aplicación del modelo ingenieril para explicar cómo funciona el proceso de comunicación grafico.

La vida de cualquier sociedad no es más que el intercambio reciproco de signos que tienen como sustrato significativo el sentido que la comunidad usuaria le haya asignado a esos medios o instrumentos de comunicación. En el caso de lo grafico específicamente, en el caso de las imágenes, los textos y los signos hacen parte de ese sustrato semántico, estético y significativo con las que a diario se relaciona el espectador. Cada forma, color, textura, o efecto que configura la imagen hace parte de esa arquitectura que es la que finalmente estructura la imagen como tal. En otras palabras todas y cada una de estas características antes mencionadas son signos que relacionamos con las experiencias del mundo empírico y de la realidad visible. En nuestra mente existen esquemas icónicos que nos ayudan a reconocer y a sentir cierto placer sensual cuando re-conocemos las formas que ya hemos visto en la realidad. Podemos decir que el sinnúmero de palabras, formas y colores hacen parte del código o sistemas de signos y reglas comunes que se establecen entre el emisor y el receptor. Que el negro signifique en nuestra cultura luto y que el luto en la india sea el blanco, color opuesto al negro, es tan solo un simple ejemplo de los alcances que tienen la puesta en marcha de las reglas comunes que atañen a toda una comunidad.

Dentro del proceso de comunicación parece prevalecer la ley del menor esfuerzo ya que casi siempre el emisor recurre y elige el sistema o los sistemas que más le convienen a la hora de trasmitir la información, ya sea porque los conoce muy bien, o ya porque son los más adecuados para el momento. Vale aclarar que el conocimiento que se tiene del código o de las reglas comunes que rigen a toda una colectividad jamás es suficiente. Nadie por más que conozca muy bien su lengua, podrá comunicar todo lo que tiene. Siempre quedara, un rezago, un algo incomunicado.

El proceso de comunicación que intenta establecer un emisor a la hora de entablar un diálogo que es conocido como “intensión”, (esta intensión se escribe con “s” porque viene del latín “tensum” que significa “ir a”, “tender a”, “buscar a), puede verse interrumpido por unos obstáculos llamados ruidos o interferencias los de carácter físico que resultan del ambiente de la comunicación, como el ruido de un avión que pasa a baja altura, el ladrido de un perro o el encendido de un motor o, simplemente, cuando al estar hablando por teléfono la señal falla y se torna molesta y, los de carácter psicológico (también conocidos como “mecanismos de defensa”) que son básicamente un conjunto de fuerzas inconscientes e incontrolables que despliega el individuo para impedir que la comunicación se lleve a cabo.

Aunque en la vida cotidiana hay códigos que nos son muy familiares, otros tantos no lo son. Por ejemplo, la experiencia que cada usuario tiene de su lengua es personal y única, de tal manera que el contenido de los signos que diariamente utiliza se rige única y exclusivamente por su experiencia con el entorno donde lleva a cabo su vida concreta. Para que el proceso de comunicación se pueda llevar a cabo es necesario que entre el emisor y el receptor exista un punto mínimo de contacto a partir del cual, se pueda establecer la comunicación. En el caso de un sacerdote que habla sobre el comportamiento de los esposos o cuando a un niño huérfano se le intenta explicar la religión asociando a Dios con un padre la comunicación carece de ese punto mínimo de contacto.

Por supuesto también existen formas de la comunicación que escapan por completo a este sistema comunicativo y la razón es porque si bien, todo acto lingüístico tiene cabida dentro de lo semiológico, no todo acto semiológico llega a traducirse a lo lingüístico. Este es el caso del “Lenguaje de las caricias” que aparece al final de la película “El Ultimo Tango en Paris”. En ella desaparecen las palabras y en su lugar, se muestra cómo las caricias se convierten en las verdaderas protagonistas del acto comunicativo que en este caso es el amor.

Cuando una relación entre un emisor y un receptor se ve interferida se debe básicamente a problemas del contexto donde se lleva a cabo el acto comunicativo. Una valla o una señal a una altura que no puede ser captada por los compradores de un supermercado, una revista mal ubicada en un anaquel, la elección de una tipografía demasiado adornada, un mal color dispuesto en una portada, un logotipo demasiado colorido, complicado y confuso son solo algunos ejemplos de la interferencia comunicativa a nivel gráfico.

Por su parte, el referente es el objeto a que se refiere o del cual habla el mensaje que trasmite el emisor. La comunicación solo es posible cuando el emisor reconoce el objeto referente, dicho de otra forma, cuando se conoce aquello de lo que se trata la comunicación. El referente se presenta de varias formas:

El referente presente se da cuando los actores ven el objeto de la comunicación. Ni el emisor ni el receptor tienen que imaginar los objetos o referentes de la conversación. Aquí la posibilidad de equivocaciones disminuye sustancialmente. Como ejemplo, podemos citar la conversación que surge entre dos personas que están bieldo un partido de fútbol.

El referente ausente: Cuando no es actualmente perceptible. Es la conversación de dos personas que han tenido las mismas experiencias sobre un partido de fútbol y conversan sobre él al día siguiente. Aunque el referente es el mismo para ambos, la actitud, el aprecio, la intensidad del gusto son muy distintos para cada uno.

El referente conocido por el receptor cuando solo el individuo a quien se dirige el mensaje sabe a cerca de lo que están comunicando. Es el caso de un sacerdote que sin tener experiencia en cuanto al matrimonio ayuda a resolver problemas maritales. En este caso, el emisor tendrá que ayudarse de la imaginación para mantener el dialogo comunicativo.

El referente conocido por el emisor se presenta cuando solo el iniciador del dialogo sabe de lo que se esta hablando. Por ejemplo cuando alguien habla de un paseo que acaba de realizar. En este caso el receptor es ignorante de la intención y del contenido comunicativo del emisor.

El referente conocido por ambos Es el caso del partido de fútbol presenciado por el emisor y el receptor citado anteriormente.

El referente desconocido por ambos Es caso de la comunicación que se basa en la mayoría de los casos en las hipótesis para mantener el dialogo: por ejemplo cuando dos personas hablan del cielo.


No hay comentarios: