martes, 4 de septiembre de 2007

El signo en Charles Sander Pierce
Augusto Solórzano
Magíster en estética
A diferencia de F. de Saussure para quien la lengua es el punto de arranque para entender la manera en que el signo opera en la vida social, Charles Sander Pierce concibió una teoría general de los signos que se basa en una tipología muy general en la que la lengua es tan solo un campo de análisis más y, prueba de ello puede inferirse de su famosa afirmación “el hombre es su lenguaje, porque la cultura se constituye como sistema signos” .
Para Pierce el signo ya no consta de dos elementos tal como lo entendía Saussure (significado y significante o forma de la expresión y forma del contenido). Bajo su óptica, el signo tiene una materialidad que es posible percibir a través de uno o varios de nuestros sentidos (vista, tacto, olor, sabor u oído). Un gesto, un color, un mal olor o un sonido sin importar si es de nuestro agrado o no nos está remitiendo necesariamente a otra cosa y, por lo tanto, estamos frente a un signo que conciente o inconscientemente interpretamos. Así pues, es este carácter material el que nos remite directamente a la particularidad esencial del signo que es simplemente designar o significar otra cosa que puede ser ausente, concreta o abstracta tal como sucede con el rubor y la palidez como signo de enfermedad, las rayas negras y amarillas como signo de peligro, el humo como signo del fuego, el olor a pan fresco como signo de panadería o un regalo como signo de amor o de amistad.
Si partimos de la premisa de que todo aquello que de lo que puedo deducir una significación que depende enteramente de la cultura en la que estoy inmerso puede ser considerado como signo, entonces, la afirmación de Pierce resulta más que acertada : “un signo es algo que representa algo para alguien en algún aspecto o carácter”.
Para poner en marcha su teoría este autor norteamericano construyó un modelo “triádico” que consta de un representamen o parte material del signo (elemento que en la teoría de Saussure haría las veces del significante), un interpretante o significado y, un tercer elemento que seria lo que dicho significado representa conocido como objeto o referente.
En esta famosa triangulación queda representada la dinámica de cualquier signo en cuanto al proceso semiótico se refiere. El proceso de significación propiamente dicho depende enteramente del contexto en el que el signo aparezca, así como también de la expectativa que tenga el receptor para interpretar un signo.
En la tríada semiótica, el signo es lo que representa al objeto y lo que activa o motiva a un interpretante a leer o interpretar a dicho signo. En otras palabras, el objeto es lo que significa algo para alguien, es decir significa algo para un interpretante. En esencia el representamen es una información acerca de un objeto o, en su defecto, una diferencia que dicho objeto manifiesta en entorno y que produce una información que el interpretante logra percibir. Así pues las cosas volveríamos a estar frente al concepto más elemental de signo: cualquier cosa que genera significado.
Tal como lo concibe el autor el objeto puede ser considerado como objeto inmediato que corresponde a la manera en que el objeto como tal es representado por el signo y, el objeto dinámico que es el objeto independiente del signo pero que lleva a la producción de éste. La primera el objeto propiamente dicho que es lo representado por el signo / representamen. En la famosa pintura de Magritte donde aparece la representación fidedigna de una pipa, el objeto es lo representado por el signo / representamen. A su vez el objeto inmediato seria el objeto “real” (la pipa) que, como tal llevó al pintor a convertirlo en un motivo de su pintura, mientras que, el objeto dinámico seria el objeto independiente del signo que nos lleva directamente a la producción del mismo como por ejemplo cuando vemos a un señor en la calle fumando pipa o como cuando percibimos el olor a picadura.
De otra parte bien vale decir que el objeto real, natural u original que es considerado por la mente por mediación del signo percibido.
Este proceso semiótico es muy fácil de entender a través de un ejemplo. La huella que rastrea Sherlok Homes en la escena del crimen es un signo que la mente procesa y que relaciona directamente a dicha huella con el asesino. El proceso que se lleva a cabo en la en la mente del investigador se denomina 'sistema de interpretación' o 'pensamiento interpretante', más brevemente, interpretante, en este caso Sherlok homes, quien ha observado que la producción de la huella en la escena del crimen es totalmente independiente de la huella que esta en su mente.
Para que este el proceso semiótico peirceano se lleve a cabo, es necesario agregar un tercer elemento, el Interpretante, que vendrá a acompañar al Objeto dinámico y al Signo o representamen. Siguiendo con nuestro ejemplo, tendríamos que acotar que en la mente del famoso investigador inglés ya estaría presente la asociación de dos ideas que tanto el objeto como el signo le han brindado. Una vez asociadas estas dos ideas, el signo por sí mismo evocaría en la mente del investigador al Objeto propiamente dicho.
Al igual que sucede con el objeto, en el caso del interpretante también se presentan tres diferentes clases. El interpretante inmediato, aquel que se manifiesta en el correcto entendimiento del signo; dicho en otras palabras es el significado, el dinámico aquel que responde al estimulo del signo y que por ende puede ser considerado como el resultado directo del signo o, lo que es lo mismo, es el efecto que produce el signo y, por último, el interpretante final, la persona que hace una lectura de un signo que funciona plenamente dentro de un contexto determinado. Dicho en otras palabras, es el efecto que el signo producirá en la mente de cualquiera si y solo si las circunstancias le permiten realizar su efecto. El caso de un interpretante inmediato se presenta cuando por ejemplo cuando una persona va conduciendo su automóvil y comprende cabalmente que la cebra es un espacio dispuesto para el paso de los peatones. Aquí el conductor del vehículo sabe qué significa la cebra. El interpretante dinámico estaría representado en la acción de detenerse antes de ese espacio para que los peatones transiten por allí, mientras que, el interpretante final seria el resultado del signo que dispuesto en el piso hace que tanto automovilista como peatón respeten mutuamente dicho espacio.
En la siguiente tabla extraeremos a cada elemento de la triada a fin de un mayor entendimiento:
Signo S o representamen - un objeto de experiencia directa que desencadena un fenómeno semiótico.
Objeto dinámico O - presente en el fenómeno semiótico, dado que está conectado con el signo
Interpretante I - presente, dado que es el elemento mental que asegura la conexión.


Para Pierce, cualquier elemento de la triada (signo o representamen, objeto dinámico o interpretante) puede cumplir la función de convertirse directamente en otro signo / representamen y con ello, aparecería una nueva relación con otro objeto y con otro interpretante, el cual a su vez se trasformaría en un nuevo signo / representamen en relación con otro objeto, lo que daría lugar sin lugar a dudas a la aparición de un nuevo interpretante y así sucesivamente hasta el infinito. Lo anterior se conoce dentro de esta teoría como “dinamismo incorporado”: capacidad de la que dispone el signo para producir infinitamente nuevos interpretantes y nuevos representamenes. Como ley general, podríamos decir que a medida que los signos crecen el Interpretante pasa a ser un nuevo signo del Objeto en sí.
Como puede observarse, la incursión de un tercer elemento cambia substancialmente el modo de entender el proceso de significación. La triada pierciana tiene tres aspectos formales, una primeridad ligada al signo/representamen, una Secundaridad que caracteriza al objeto y una terceridad inherente al interpretante. Pierce determina que tanto la primeridad del signo o representamen que interactúa con la Secundaridad del objeto dinámico tan solo permiten la interpretación de los hechos en bruto. El elemento esencial dentro de su teoría es el de la terceridad, ámbito de las leyes generales que está presente como elemento mental y que finalmente es el que permite que un primero y un segundo logren interactuar.
El principio mediante el cual un interpretante es capaz de producir otros signos es conocido como “semíosis ilimitada”, operación productora y generadora de signos a partir de la presunción de la relación entre significante y significado. De hecho en uno de sus apartes teóricos (1.339), Pierce hace la anotación especifica de que el pensamiento no puede existir sin un proceso sígnico y que por lo tanto aquella idea a la que el signo da origen es apenas uno solo de sus interpretantes.
Al determinar cómo operaban los aspectos formales de los signos con la manera en que éstos se desplegaban en el contexto cultural, Pierce llegó a proponer el siguiente grafico en el que las categorías de primeridad, Secundaridad y terceridad del signo dispuestas en filas, se relacionan con las categorías de primeridad, los hechos en bruto y de las leyes generales, las cuales a su vez están dispuestas en columnas.

Cualidad
Primeridad Hechos en bruto Ley terceridad
Signo o Representamen / primeridad Cualisigno
Un representamen formado por una cualidad. Ej. El color rojo que se asocia con el corazón. Sinsigno
Un representamen formado por una realidad física existente. Ej. El pare dispuesto en una esquina muy transitada Legisigno
Un representamen formado por una ley. Ej. El silbato del policía de transito o el alto en un reten militar.
Objeto dinámico / Secundaridad Icono
Cuando el signo se parece al objeto (un retrato, un diagrama);
Índice
Cuando hay una relación causal de signo (consecuencia) con objeto (causa) (humo con fuego, golpes en la puerta con necesidad de tenerla abierta, huella en la arena con Viernes). Símbolo
Cuando el signo no se parece al objeto: por convención arbitraria, sin parecido, el signo evoca un especial significado (la bandera de un país

Interpretante / terceridad Rema
El signo se representa para el interpretante como una posibilidad Ej. El concepto de libertad Desisigno
El signo se representa para el interpretante como un hecho Ej. Una enunciación descriptiva de un hecho científico. Argumento
El signo se representa para el interpretante como una razón Ej. La proposición “Juan es hombre”

Los signos fueron vistos por Pierce como una inmensa e infinita cadena sígnica en la que están presentes desde las más simples conjeturas lógicas que sugieren la presencia de ciertos fenómenos, hasta la forma en que éstos logran integrarse dentro del proceso de significación donde los hábitos y las llamadas “disposiciones de acción” se expanden en una semíosis ilimitada. Para él, el signo es el que determina las reglas del lenguaje que el hombre habla en su vida cotidiana. Por eso mismo, entender a cabalidad estos signos es casi la única vía para conocer la sociedad en que éste se halla inmerso, así como también la escalera de acceso para por lo menos hacerse a una idea general de cómo opera el complejo sistema de determinaciones lingüísticas que constituyen el alma y, en general la de todos los fenómenos espirituales.
Dentro del diseño grafico en general el estudio del signo se centra en tres clases de signos en particular. En primer lugar, los iconos cuya esencia es la semejanza. Éstos sirven para transmitir ideas de las cosas que representan a través de la imitación. Con la aparición de las fotografías y, especialmente, las fotografías instantáneas, el concepto mismo de semejanza trastocó por completo el panorama cultural ya que éstas condensan ciertos aspectos de los objetos que representan. De igual forma que sucede con el video y muchas de las tecnologías contemporáneas que “capturan” la imagen, cada vez más la semejanza intenta corresponder punto por punto a la naturaleza.
En segundo lugar, hay indicaciones o índices, signo que muestran algo sobre las cosas gracias a que de alguna forma están físicamente conectados con ellas. Este es el caso de un buzón, que indica al cartero donde depositar la correspondencia, el letrero indicador de los baños de hombre y mujer situado en un centro comercial, un pronombre relativo, que está situado justo después del nombre de la cosa que pretende denotar o, una exclamación vocativa, como "¡Eh! ¡Oye!", que incide directamente sobre los nervios de la persona a la que se dirige y la obliga a prestar atención. En tercer lugar, están los símbolos, o signos generales, que han sido asociados con su significado de acuerdo al uso convencional que se les ha dado. Tales son la mayor parte de las palabras, marcas comerciales, las frases, los discursos, etc.
Por sí mismos, los dibujos solos o semejanzas puras, nunca pueden transmitir hasta los más mínimos detalles de la información. Cuando observamos el infográfico que ilustró L. Ashwell del metro de Londres, queda la incertidumbre en el lector de la imagen si éste es una copia de algo realmente existente o sí simplemente es tan solo un mero juego de la imaginación. Este mismo caso se presenta en todo el juego del lenguaje en general y en los símbolos, puesto que ninguna combinación de palabras (excluyendo los nombres propios, y en ausencia de gestos u otras concomitancias indicativas del habla) pueden llegar a transmitir detalles pormenorizados contenidos dentro de la información. El ejemplo a seguir es el de los mapas, tipos de dibujos cargados de gran contenido de información. A través suyo podemos designar un lugar en particular. Pero a no ser de que el mapa tenga una marca de una localidad conocida (un país, una cuidad, un distrito) , y su escala este plenamente determinada y su situación geográfica corresponda a coordenadas especificas, el mapa y todo lo que allí está representado no nos serviría de nada dado que éste podría ser un mapa de cualquier sitio
Gracias a esta experiencia del mundo en el que vivimos es que se hace posible que el mapa del ejemplo que estamos siguiendo sea algo más que un mero icono y que le podamos conferir a él los caracteres añadidos de un índice. De esta forma es que uno y el mismo signo puedan llegar a ser al mismo tiempo una semejanza y una indicación a pesar de que sus funciones comunicativas sean totalmente diferentes. Es innegable que tanto las semejanzas como los índices se basan en la experiencia, que el color en general carece de significado para una persona ciega, así como también el rojo es un referente desconocido para un niño que no conoce el amor pasional. Pero ambas premisas son realmente objeciones o puntos de referencia que ayudan a la distinción. Anterior a la experiencia misma es necesario que exista una mínima capacidad para que ella tenga lugar. Todo lo que centra nuestra atención sobre algo o sobre alguien es sin lugar a dudas una indicación. Un golpe en la puerta es una indicación, una veleta movida por el viento, el rayo tremendo que indica la fuerza de una tormenta o, el escote pronunciado en la blusa de una mujer son todos ellos llamados de atención que marcan la unión de dos porciones de experiencia.
Por su parte, el símbolo que etimológicamente remite a que una cosa está unida a otra (igual que el embolon embolum es una cosa que entra en algo, un cilindro, y el parabolon parabolum es una cosa que está fuera, la seguridad colateral, y el upobolon hypobolum ), remite necesariamente a contrato o acuerdo. En Grecia, por ejemplo un reloj de fuego era un "símbolo" cultural de gran importancia dado que tenia el carácter de convencionalidad dentro de ese contexto. Igualmente simbólico es el ticket de avión o el cheque que se nos da como prueba de un derecho que hemos adquirido. Se dice además que toda expresión de sentimiento se considera un "símbolo" al igual que todas y cada una de las palabras, La palabra "pájaro", no nos muestra un pájaro, pero se supone que somos capaces de imaginar qué cosa es un “pájaro” y, además de realizar a través suyo un proceso de semíosis ilimitada.
En el caso de la semejanza ésta no tiene una conexión dinámica con el objeto que representa; simplemente sucede que sus cualidades se parecen a las de ese objeto, y provoca sensaciones análogas en la mente para la que es una semejanza aunque en el fondo se encuentre desconectado de ellas.
El índice por su parte, está conectado físicamente con su objeto y hace con él un par orgánico. La mente que interpreta poco y nada tiene nada que ver con dicha conexión, excepto cuando la observa y después establece conclusiones de lo que se ha establecido. En pocas palabras diríamos que el índice es una reacción que se tiene frente a partículas que nos remiten a un nuevo signo.
El símbolo en cambio está conectado con su objeto en virtud de la idea de la mente que usa símbolos, sin la cual no existiría tal conexión. Bajo esta perspectiva bien valdría decir que toda operación intelectual implica y depende enteramente de una tríada de símbolos que permitan vincular cada uno de los elementos que allí están en juego. El símbolo, no puede indicar ninguna cosa particular en tanto que éste denota una clase de cosa y, a su vez, él mismo pertenece una “clase” y no una es una cosa singular que le pueda pertenecer a una sola persona. El símbolo concierne a toda una colectividad que es la que determina su uso y desuso a través del tiempo.
Los símbolos tienen la particularidad de estar en constante crecimiento y su existencia depende del desarrollo de otros signos, particularmente de las semejanzas o a partir de signos mixtos que tienen algo de la naturaleza de las semejanzas y de los símbolos.
A manera de conclusión bien podríamos decir que en todo razonamiento que enfrentamos en la vida cotidiana, está presente una infinita mezcla de semejanza, índices y símbolos y que es imposible prescindir de ellos. El todo complejo puede ser llamado símbolo; ya que su carácter simbólico y vital es el que prevalece. “No hay que despreciar siempre a una metáfora: aunque se diga que un hombre está compuesto por tejidos vivientes, a pesar de todo porciones de sus uñas, dientes, pelo y huesos, que son muy necesarios para él, han dejado de experimentar los procesos metabólicos que constituyen la vida, y hay líquidos en su cuerpo que no están vivos. Ahora bien, podemos comparar los índices que usamos al razonar con las partes duras del cuerpo, y las semejanzas que usamos con la sangre: una nos mantiene rígidamente sobre las realidades, la otra con sus rápidos cambios proporciona el alimento para el cuerpo principal del pensamiento “.
Nota: el taller se realizara en clase y será explicado y evaluado el mismo día.

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